lunes, 11 de diciembre de 2017

CRÍTICA | MUDBOUND, de Dee Rees



Tropocientos años de esclavitud cinematográfica
MUDBOUND
2 nominaciones a los Globos de oro: actriz secundaria y canción original
EE. UU., 2017. Dirección: Dee Rees Guión: Virgil Williams, a partir de la novela de Hillary Jordan Música: Tamar-Kali Brown Fotografía: Rachel Morrison Reparto: Garrett Hedlund, Carey Mulligan, Jason Clarke, Jason Mitchell, Mary J. Blige, Rob Morgan, Jonathan Banks, Kerry Cahill, Kelvin Harrison Jr., David Jensen, Lucy Faust, Rebecca Chulew, Geraldine Singer, Dylan Arnold, Jon Arthur, Henry Frost, Jason Kirkpatrick, Frankie Smith, Elizabeth Ashling Género: Drama histórico Duración: 135 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España (Netflix): 17/11/2017
¿De qué va?: Mississippi, años 40. Un matrimonio llega a la América sureña con el objetivo de administrar una granja y ganar dinero, aunque pronto descubrirán que la vida en la región es más dura de lo que parece. Mientras, a muchos kilómetros de distancia, el fin de la Segunda Guerra Mundial motivará el regreso de dos veteranos: uno, blanco; el otro, negro.


Mudbound llega al final de un año marcado por el #Oscarsoblack, ese hashtag con visos de revolución social que marcaron Figuras ocultas, Fences y sobre todo Moonlight. El asunto ha seguido vivo en la cartelera estadounidense con El nacimiento de una nación, Detroit y Plan de chicas entre otras, y regresa de nuevo con esta producción de Netflix que, ¡oh, casualidad!, aspira a colarse en las próximas candidaturas de los Academy Awards. Suena a película ya vista, y efectivamente el largo de Dee Rees apela a todo nuestro imaginario de historias de explotación negra y supremacía blanca, desde clásicos remotos hasta las también oscarizadas Criadas y señoras y 12 años de esclavitud. Por eso, acercarse a Mudbound, o al menos hablar de ella en los términos más elogiosos y originales posibles, pasa por citar aquello que la diferencia de todo ese sustrato de obras. Aquí, una vez más, hay que aplaudir el trabajo de Netflix, capaz de conseguir mucho a nivel visual con, intuímos, un presupuesto muy medido. De nuevo, no hay quejas por parte de su plantel de actores, entregados a la causa y al tono dramático de la trama. También se aprecian algunas alteraciones como, por ejemplo, el hecho de que el guión se construya mediante las voces interiores de los protagonistas, si bien ese recurso, muy efectivo a la hora de aligerar un montaje de 135 minutos de duración, no impide que el conjunto sea tan narrativo y previsible como siempre. Y poco más que añadir. O tal vez sí: Mudbound no es una mala película, su "texto" funciona, pero su "contexto" está tan manoseado que difícilmente puede llamar nuestra atención, menos todavía apelar a nuestra conciencia como espectadores o ciudadanos. Daño colateral de repetir consignas y primar la metáfora sobre lo que realmente se ve en pantalla. Ojalá Mudbound sirva para que Hollywood, tras "Selmas", "Mayordomos" y similares, se tome un descanso en cuanto a tensiones raciales. En el cine hay que tener discurso, pero también fórmulas nuevas para transmitirlo. ¿O vamos a seguir esclavizados a "la supuesta importancia o necesidad de contar ciertas historias", aunque eso suponga convertir la industria audiovisual en una producción en cadena de fotocopias? ¡Como si los libros de historia no tuvieran mil y un capítulos, igual de sonrojantes que el que nos ocupa y mucho menos explotados en la ficción!


Para vehementes analistas del black matter.
Lo mejor: Hay que reconocer que es una película fácil de ver pese a su tema y duración.
Lo peor: La sensación de deja vu. Su oscura dirección de fotografía.

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